domingo

7: Metamorfosis

En enero de 2014, en un campo de Buckinghamshire, Inglaterra, dos labradores encontraron a la yegua Polly (de aproximadamente 5 años) en el terrible estado de abandono y desnutrición que puede verse en la primera foto.



Avisaron a la World Horse Trust, y un equipo de voluntarios acudió al rescate. En un primer informe, amén de la anemia, la conjuntivitis y el grave deterioro de los cascos, destacaron que sólo pesaba 260 kg, cuando una yegua de su alzada debería rebasar ampliamente los 400.
La inspectora de la RSPCA (Royal society for the prevention of cruelty to animals), Sarah Keith, se acercó a verla, entre otras razones porque tenía la potestad de aportarle fondos a la Horse Trust, que depende al 100% de las donaciones que quieran aportar los particulares o las asociaciones. Cuando Sarah vio a Polly dijo: “Dada mi profesión, he visto en mi vida un montón de caballos delgados, pero sólo dos en un estado tan lamentable como este. Lo primero que pensé nada más ver a esta yegua fue No hay nada que hacer; se va a morir. Me comprometí a pagar los gastos del primer mes convencida de que no iba a vivir tanto”.



Pero los integrantes de la WHT – mujeres en un porcentaje muy alto – no se rinden así como así. Para “poner en marcha” a Polly, empezaron por calcular cuánta comida podría soportar su organismo después de tantos días de inanición (los primeros tres días apenas podía tragar) y se pusieron manos a la obra. Hierba fresca, avena cocida, agua limpia, trocitos de zanahoria, vitaminas... Todo dosificado para que lo fuese tolerando progresivamente.
Con el agravante de que se asustaba hasta de las moscas. ¿Dejarla en el prado con otros caballos? Ni soñarlo: se asustaba tanto y se ponía tan nerviosa que intentaba meter la cabeza en los bebederos. Para esconderse, supongo.
Terminando de arreglar el cuadro, desarrolló una infección bacteriana en la piel, que primero intentaron curar con un brebaje de sabor apestoso (clorhexidina) y finalmente con una serie de inyecciones de penicilina. Durante el proceso volvió a perder la mitad del peso que había ganado.
Pero las cuidadoras siguieron erre que erre... Paja limpia, paseítos cortos, contacto con potrillos para perderle el miedo a los congéneres, desinfectantes, limpieza diaria de cascos con la paciencia de un monje...



“En Mayo” – nos cuenta Sarah Keith -  “empecé a pensar que tal vez Polly llegara a curarse del todo.”
“Y en Septiembre le hicimos esta foto, absolutamente increíble.”



Tienes más datos en este enlace

http://www.dailymail.co.uk/news/article-2744638/Horse-described-thinnest-living-animal-rescuers-seen-dying-field-makes-remarkable-recovery.html


y no te apures si la lengua inglesa no es lo tuyo: las fotos hablan por sí solas. Y el video, también.

Por cierto, me gustaría añadir algo...
Los responsables de la primera fotografía son seres humanos. Las voluntarias que han trabajado cientos de horas para hacer realidad la última fotografía, también son seres humanos.
Qué raros somos. Capaces de lo peor y de lo mejor. No me extraña que los extraterrestres se acerquen de vez en cuando a curiosear. Debemos ser la comidilla de veinte o treinta sistemas planetarios.








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